3.1 El capítulo III del Decreto "Unitatis Redintegratio" como síntesis confesionológica en perspectiva ecuménica (UR 13)
13. Nuestra atención se fija en las dos categorías principales de escisiones que afectan a la túnica inconsútil de Cristo.
Las primeras tuvieron lugar en el Oriente, a resultas de las declaraciones dogmáticas de los concilios de Efeso y de Calcedonia, y en tiempos posteriores por la ruptura de la comunidad eclesiástica entre los patriarcas orientales y la Sede Romana.
Más de cuatro siglos después sobrevienen otras en las misma Iglesia de Occidente, como secuela de los acontecimientos que ordinariamente se designan con el nombre de reforma. Desde entonces, muchas comuniones nacionales o confesionales quedaron disgregadas de la Sede Romana. Entre las que conservan, en parte, las tradiciones y las estructuras católicas, ocupa lugar especial la comunión anglicana.
Hay, sin embargo, diferencias muy notables en estos diversos grupos no sólo por razón de su origen, lugar y tiempo, sino especialmente por la naturaleza y gravedad de los problemas pertinentes a la fe y a la estructura eclesiástica.
En Oriente, como resultado de las declaraciones dogmáticas de los concilios de Éfeso (325) y de Calcedonia (451), y posteriormente por la ruptura de la comunidad eclesiástica entre los patriarcas orientales y la Sede Romana (1054).
Iglesias Orientales:
3.2 Consideración particular de las Iglesias orientales (UR, c III, I)
3.2.1 Las antiguas Iglesias Orientales o precalcedonianas y la gran Iglesia Ortodoxa
Dos grandes grupos:
Las Iglesias ortodoxas orientales, que se separaron de la Iglesia universal al no aceptar los concilios de Éfeso y Calcedonia. También son conocidas como Antiguas Iglesias orientales o Iglesias no–calcedonianas.
Nestorianos: 3,5 millones.
Cristianos pertenecientes a la Antigua Iglesia de Oriente (nombre oficial), llamados tradicionalmente así por Nestorio (384-451), patriarca de Constantinopla que subrayaba la humanidad de cristo y consideraba que María sólo era su madre en el plano humano, condenado por el concilio de Éfeso (431). Tuvo una gran expansión en el Asia central, China e India. Siguen el rito caldeo y usan el siríaco como lengua litúrgica.
Monofisitas: 25 millones
Son llamados también cristianos pre-calcedonianos. Reconoce una sólo naturaleza en Cristo, la divina. Condenado por el concilio de Calcedonia (451). Se difundió por Egipto, Siria y Armenia. Comprende tres tradiciones litúrgicas: siro-antioquena (porpia de la Iglesia siro-ortodoxa o jacobita, con la iglesia siro-malankar en India), copta (en Egipto y Etiopía) y armenia.
La Iglesia Ortodoxa o Iglesia oriental de rito bizantino.
Ortodoxos: 200 millones
Cisma de Focio. El cisma definitivo fue preparado por varios acontecimientos; entre ellos, el cisma de Focio.
Focio ocupa la sede de Constantinopla al ser depuesto el patriarca Ignacio (858) por su actitud política y por haberle negado la comunión al tío del emperador Miguel III.
Surge una disputa entre los seguidores de Focio y los de Ignacio. Interviene el Papa Nicolás I enviando legados a un concilio, pero los legados, en contra de la voluntad del Papa, dictan sentencia en favor de Focio. El Papa destituyó a los legados y declaró a Focio privado de toda dignidad eclesiástica, pero no surtió efecto porque Focio contaba con el apoyo imperial.
En el 867 Basilio el Macedonio se apodera el Imperio, asesina a Miguel III, hace dimitir a Focio y repone al patriarca Ignacio. El Papa Adriano II convocó un Concilio ecuménico en Constantinopla (869-870) en el cual se condena y excomulga a Focio y a sus partidarios.
Focio supo ganarse las simpatías del emperador Basilio y se reconcilió incluso con el patriarca Ignacio. Al morir éste, Focio regresó a Constantinopla como patriarca (877). En el 879 se reunió un sínodo en Constantinopla (sínodo fociano), en el cual se borraron las condenas contra Focio. Éste, por su parte, aceptó las reconvenciones que le hizo el Papa Juan VIII.
Al ser reconocido Focio como patriarca de Constantinopla por todo el Oriente, el Concilio de Constantinopla (869-870) fue repudiado, y considerado, por los orientales, como ecuménico el sínodo fociano del año 879.
El Papa Juan VIII reconoció a Focio, y lo mismo hicieron sus sucesores. Focio fue incluido en el catálogo de los santos de la Iglesia oriental. Su nombre fue y es bandera para los orientales en sus controversias con los latinos.
Cisma de Miguel Cerulario. Aunque las dificultades existentes entre ambas Iglesias en tiempos de Focio fueron superadas, jamás volvió a existir una auténtica concordia.
Cerulario, sumamente ambicioso, tuvo sus aspiraciones al trono imperial. Al ser descubierto en una conjura contra el emperador Miguel IV, fue desterrado. Se hizo monje, y entonces transfiguró su ambición del campo político al campo eclesiástico. Fue elegido patriarca de Constantinopla (1043-1058) por el emperador Constantino IX. Aspiraba a ser el «Papa de Oriente».
Desata una ofensiva contra los latinos con el objeto de apartar al emperador de una proyectada alianza con el Papa. Planteó el problema en un punto en que sabía que iba a ser secundado por el pueblo: la defensa de los ritos. Denunció los "errores de los latinos": comulgan pan ácimo, comen carnes sofocadas, suprimen el aleluya en Cuaresma, ayunan el sábado, etc.
A pesar de la poca importancia de las acusaciones, Roma contestó poniendo de manifiesto los "errores de los griegos", considerando como adulterio y herejía nicolaítica el matrimonio de los sacerdotes orientales y acusándolos de macedonianismo porque habían suprimido del Credo el Filioque.
Cerulario mandó cerrar las iglesias de los latinos en Constantinopla. El emperador Constantino IX, partidario de la alianza con Roma, pidió legados al Papa León IX. Los legados actuaron con intransigencia y se dejaron arrastrar a discutir las minucias bizantinas. Cerulario se mostró despótico con los legados y soliviantó al pueblo contra ellos, llegando a prohibirles decir misa.
Uno de los legados, el cardenal Humberto de Silva Cándida, redactó en duros términos una bula de excomunión contra Cerulario (16 de julio de 1054), esperando que éste se sometiese o fuese depuesto por el emperador, pero no fue así porque el pueblo estaba de su parte. Canónicamente, la excomunión lanzada por los legados pontificios carecía de todo valor porque no habían sido autorizados para ello, y porque meses antes había muerto el Papa León IX, con lo cual sus poderes caducaban ipso facto.
Constantino IX quiso arreglar el asunto, pero un motín suscitado por Cerulario se lo impidió. La bula de excomunión fue quemada en la plaza pública. El 24 de julio un sínodo de la Iglesia de Constantinopla declaraba a los latinos culpables de pervertir la verdadera fe y emitía una bula de excomunión contra los legados pontificios, no contra el Papa y la Iglesia latina en general. El ejemplo de Constantinopla fue seguido por todas las demás Iglesias de Oriente.
Actualmente están organizados en nueve patriarcados independientes y en iglesias autocéfalas, que reconocen una primacía honorífica al patriarcado de Constantinopla.
3.2.2 Historia eclesial propia de los Orientales y carácter peculiar de sus relaciones con la Sede Romana en el primer milenio (UR 14)
Durante muchos siglos las Iglesias de Oriente y Occidente siguieron su propio camino unidas en la comunión fraterna de la fe y la vida sacramental, siendo la Sede Romana, con el consentimiento común, árbitro si surgía entre ellas algún disentimiento en cuanto a la fe y la disciplina.
Muchas Iglesias particulares o locales —entre las cuales ocupan el primer lugar las patriarcales— tienen su origen en los mismos Apóstoles.
Las Iglesias del Oriente tienen desde el principio un tesoro del que tomó la Iglesia de Occidente muchas cosas en la liturgia, en la tradición espiritual y en el ordenamiento jurídico.
Los dogmas fundamentales de la fe cristiana —el de la Trinidad, el del Hijo de Dios hecho carne de la Virgen Madre de Dios— quedaron definidos en concilios ecuménicos celebrados en el Oriente.
La herencia transmitida por los Apóstoles fue recibida de diversas formas y maneras y, en consecuencia, fue explicada diversamente en una y otra parte por la diversidad del carácter y de las condiciones de la vida. Esto, unido a las causas externas, por la falta de comprensión y caridad, motivó las separaciones.
3.2.3 La tradición litúrgica y espiritual de los Orientales (UR 15, OL 6)
El conocer, venerar, conservar y favorecer el riquísimo patrimonio litúrgico y espiritual de los orientales es de una gran importancia para conservar fielmente la plenitud de la tradición cristiana y para conseguir la reconciliación de los cristianos orientales y occidentales.
Los cristianos orientales celebran con gran amor el culto
litúrgico, sobre todo la celebración eucarística. "Este sentido de la
inefable realidad divina se refleja en la celebración litúrgica, donde todos
los fieles del Oriente cristiano perciben tan profundamente el sentido del
misterio" (OL 6).En este culto litúrgico los orientales ensalzan con hermosos
himnos a María, a quien el Concilio Ecuménico de Éfeso proclamó solemnemente
Santísima Madre de Dios, y honran también a muchos santos, entre ellos a los
Padres de la Iglesia universal.
No solamente es posible, sino que se aconseja, alguna comunicación con
ellos en las funciones sagradas en circunstancias oportunas y
aprobándolo la autoridad eclesiástica, dado que estas Iglesias, aunque
separadas, tienen verdaderos sacramentos y, sobre todo por su
sucesión apostólica, el sacerdocio y la Eucaristía, por los
que se unen a nosotros con vínculos estrechísimos.
Se encuentran en el Oriente las riquezas de aquellas tradiciones espirituales que creó, sobre todo, el monaquismo. Allí, desde los primeros tiempos de los santos Padres floreció la espiritualidad monástica, que se extendió luego a los pueblos occidentales. De ella procede, como de su fuente, la institución religiosa de los latinos, que aún después tomó nuevo vigor en el Oriente.
"Un gran valor que se vive de forma particular en el Oriente cristiano consiste en la atención a los pueblos y a sus culturas, para que la palabra de Dios y su alabanza resuenen en cada lengua". "En un tiempo en que se admite cada vez más que es fundamental el derecho de todo pueblo a expresarse de acuerdo con su patrimonio de cultura y de pensamiento, la experiencia de las diversas Iglesias de oriente se nos presenta como un ejemplo genuino de inculturación bien realizada" (OL 8).
3.2.4 Disciplina propia de la Tradición oriental (UR 16)
No se oponen
a la unidad de la Iglesia una cierta variedad de ritos y costumbres, sino que acrecientan su hermosura y contribuyen al más exacto cumplimiento de su misión.Las Iglesias orientales, conscientes de la necesaria unidad de toda la Iglesia, tienen el derecho y la obligación de regirse según sus propias ordenaciones, puesto que son más acomodadas a la idiosincrasia de sus fieles y más adecuadas para promover el bien de sus almas.
3.2.5 Manera propia de los Orientales en la exposición de los misterios de la fe (UR 17)
Hemos de declarar que las diversas fórmulas teológicas, más que oponerse entre sí, se completan y perfeccionan unas a otras.
Las auténticas tradiciones teológicas de los orientales radican de un modo manifiesto en la Sagrada Escritura, se fomentan y se vigorizan con la vida litúrgica, se nutren de la viva tradición apostólica y de las enseñanzas de los Padres orientales y de los autores eclesiásticos hacia una recta ordenación de la vida; más aún, tienden hacia una contemplación cabal de la verdad cristiana.
Todo este patrimonio espiritual y litúrgico, disciplinar y teológico, en sus diversas tradiciones, pertenece a la plena catolicidad y apostolicidad de la Iglesia.
3.2.6 El sentido del diálogo con los Orientales (conclusión: UR 18)
Para el restablecimiento y mantenimiento de la comunión y de la unidad es preciso "no imponer ninguna otra carga más que la necesaria" (Act 15,28).
Que en adelante se dirijan al logro paulatino de esta unidad todos los esfuerzos en los varios institutos y formas de vida de la Iglesia, sobre todo en la oración y en el diálogo fraterno acerca de la doctrina y de las necesidades más urgentes del cargo pastoral en nuestros días y se encaucen para lograr paulatinamente la comunión.
Se recomienda a los pastores y a los fieles de la Iglesia católica estrecha amistad con quienes pasan la vida no ya en Oriente, sino lejos de la patria para incrementar la colaboración fraterna con ellos con espíritu de caridad, dejando todo ánimo de controversia y de emulación.
3.3 La Iglesias y Comunidades eclesiales separadas en Occidente (UR, c III, II)
En Occidente, como secuela de los acontecimientos que ordinariamente se designan con el nombre de Reforma (1517). Desde entonces, muchas comuniones nacionales o confesionales quedaron disgregadas de la Sede Romana.
Iglesia Valdense
Anterior a la Reforma. Fundados entre los siglos XII y XIII por el comerciante Pedro Valdo, con el nombre de Pobres de Lyon, fue un movimiento inicialmen te tolerado por el Papa. En 1184 fueron condenados como herejes, junto a los cátaros, por el concilio de Pavía. Lograron sobrevivir en los valles alpinos y en el sur de Italia, desde donde pasaron a Sudamérica. Acabaron integrados en la rama calvinista del protestatismo. Organizados de manera similar a los presbiterianos, gestionan obras socials y disponen de una facultad de Teología en Roma.
Protestantes: 500 millones
El Papa Julio II se propuso la construcción de una grandiosa basílica y para sufragar los gastos mandó predicar una indulgencia plenaria para todos los que contribuyeran con sus limosnas. En Alemania se asignó la promulgación de la bula al arzobispo Alberto de Brandeburgo, quien encargó al dominico Juan Tetzel la predicación de la indulgencia en Sajonia. Sus predicaciones provocaron las iras de Lutero. El 31 de octubre de 1517 Lutero recurre a la autoridad eclesiástica; este recurso, no atendido, fue el que dio origen a la reforma luterana.
Lutero tenía una gran raigambre católica. A pesar de ello fue hereje: opone un individualismo subjetivista contra la autoridad objetiva del Magisterio; opone la Iglesia de la fe a la Iglesia del orden jurídico; niega la eficacia santificadora de los sacramentos, a excepción de la Cena y el Bautismo, interpretados también de un modo subjetivo; la justificación se obtiene por la sola fe; contra la concepción tradicional de la fe como asentimiento y sumisión a la verdad objetiva, afirma que la fe consiste en el encuentro subjetivo con Dios por la confianza.
El término "protestante" se remonta a la protestatio que los príncipes y las ciudades luteranas de Alemania presentaron en 1529 contra la decisión de Carlos V de proclamar el catolicismo romano como religión oficial del Estado (edicto de Worms). Con el tiempo el término se aplicó a todas las iglesias creadas tras la Reforma de Lutero. En la actualidad, el protestantismo es una corriente religiosa muy fragmentada. Su denominador común el la sola Biblia y el hombre con la natura corrupta.
Luteranos: 61 millones
Los más directos seguidores de Lutero. La Federación Luterana Mundial, creada en 1947, agrupa a 147 iglesias de distinto tipo, entre ellas las escandinavas, iglesias de Estado hasta fecha muy reciente.
Calvinistas o reformados o presbiterianos: 50 millones
Conjunto de iglesias inspiradas en la reforma de Juan Calvino (1509-1564). Movimiento protestante más severo que el luteranismo, ya que no admite el libre examen de la Biblia. Tienen una organización fundada sobre los presbíteros, llamados pastores, y sobre los "ancianos" laicos. Una de sus primeras iglesias fue la de Escocia (1572). Perseguidos en Inglaterra, lograron difundirse con la expansión colonial anglosajona, especialmente en Estados Unidos, Cana, y Australia. Bajo su influjo nacieron los cuáqueros, secta que rechaza todo dogma y sacramento. La más importante rama son los baptistas.
Anglicanos: 70 millones
Es la iglesia nacional de Inglaterra, escindida de Roma en 1534 con la aprobación por parte del Parlamento inglés del "Acta de Supremacía" que reconocía en el rey Enrique VIII al único jefe de la iglesia en Inglaterra. En 1783, sufrieron la escisión de los metodistas. La comunidad anglicana, dividida en tres ramas –High, Low y Broad Church-, cuenta con 450 obispos, repartidos en 124 países, que guardan fidelidad al arzobispo de Canterbury, y constituyen la Comunión Anglicana. En Estados Unidos se llama iglesia Episcopal.
Metodistas: 50 millones
Fundado por los hermanos John y Charles Wesley, constituyó una de las primeras grandes iniciativas de evangelización popular, con grandes mítines dirigidos al proletariado urbano. Gran difusión en Estados Unidos a través de las misiones en el lejano oeste. Se llaman metodistas por su énfasis en la piedad interior,m la devoción y la santificación personal.
Pentecostales: 200 millones
Nacen en 1830 de los metodistas en las comunidades negras, y entre los inmigrantes europeos de Estados Unidos. Muy difundidos en los sectores sociales más pobres. Profecías, curaciones, revelación y liberación de los sentimientos. Experiencia personal del Espíritu Santo. Tienen cierta influencia en el surgimiento en la iglesia católica de los "movimientos de renovación caristmática". Dan origen en Francia, en 1952, a la Iglesia Evangélica de Filadelfia (propia de los gitanos).
Baptistas: 38 millones
Nacida a finales del siglo XVII en Amsterdam, pero concetrada después en Estados Unidos. Basada en el sacramento del bautismo de los adultos (inmersión), la Biblia como autoridad universa, y libertad teológica. Activa en las misiones. Separación entre iglesia y estado. Clinton es baptista. De los baptistas surgen los adventistas.
Adventistas: 5 millones
A principios del XIX por Villiam Miller, agricultor baptista de Massachusetts, que esperan una segunda y definitiva venida de Cristo a la tierra. Dividos en unos cincuenta grupos, uno de los más activos es el de los adventistas del Séptimo Día.
Anabaptistas o Menonitas: 1,4 millones
Fueron un vasto fenómenos de evangelismo popular que se configuró como "ala izquierda" de la Reforma potestante. Duramente criticados por Lutero, sólo administraban el bautismo a los adultos, y predicaban la separación entre la comunidad cristiana y el resto de la comunidad civil, por lo que fueron severamente perseguidos, especialmente en Alemania. Reorganizados por Menno Simons, tomaron el nombre de menonitas y se convirtieron en una igesia de fuerte carácter pacifista, especialmente radicada en Estados Unidos.
3.3.1 Condición propia de estas comunidades (UR 19)
Están unidas con la Iglesia católica por una afinidad de lazos y obligaciones peculiares por haber desarrollado en los tiempos pasados una vida cristiana multisecular en comunión eclesiástica.
Por la diversidad de su origen, de su doctrina y de su vida espiritual, discrepan bastante no solamente de nosotros, sino también entre sí.
Todavía no es universal el movimiento ecuménico y el deseo de armonía con la Iglesia católica.
Entre estas Iglesias y comunidades y la Iglesia católica hay discrepancias esenciales no sólo de índole histórica, sociológica, psicológica y cultural, sino, ante todo, de interpretación de la verdad revelada.
3.3.2 Valores cristianos que permanecen: el sentido de la confesión de Cristo (UR 20); el amor a la Sagrada Escritura (UR 21); la vida sacramental (UR 22); la vida con Cristo (UR 23)
Sabemos que existen graves divergencias entre la doctrina de estos cristianos y la doctrina de la Iglesia católica aun respecto a Cristo, Verbo de Dios encarnado, de la obra de la redención y, por consiguiente, del misterio y ministerio de la Iglesia y de la función de María en la obra de la salvación (UR 20).
El amor y la veneración y casi culto a las Sagradas Escrituras conducen a nuestros hermanos separados el estudio constante y solícito de la Biblia. Pero cuando los hermanos separados reconocen la autoridad divina de los sagrados libros sienten —cada uno a su manera— diversamente de nosotros en cuanto a la relación entre las Escrituras y la Iglesia. Sin embargo, las Sagradas Escrituras son, en el diálogo mismo, instrumentos preciosos en la mano poderosa de Dios para lograr aquella unidad que el Salvador presenta a todos los hombres (UR 21).
El bautismo constituye un poderoso vínculo sacramental de unidad entre todos los que con él se han regenerado. Sin embargo, el bautismo por sí mismo es tan sólo un principio y un comienzo, porque todo él se dirige a la consecución de la plenitud de la vida en Cristo: se ordena a la profesión íntegra de la fe, a la plena incorporación, a los medios de salvación determinados por Cristo y, finalmente, a la íntegra incorporación en la comunión eucarística (UR 22).
Las comunidades eclesiales separadas, aunque les falte esa unidad plena con nosotros que dimana del bautismo, y aunque creamos que, sobre todo por la carencia del sacramento del orden, no han conservado la genuina e íntegra sustancia del misterio eucarístico, sin embargo, mientras conmemoran en la santa cena la muerte y la resurrección del Señor, profesan que en la comunión de Cristo se representa la vida y esperan su glorioso advenimiento (UR 22).
La vida cristiana de estos hermanos se nutre de la fe en Cristo y se robustece con la gracia del bautismo y con la palabra de Dios oída. Su culto muchas veces presenta elementos claros de la antigua Liturgia común (UR 23).
Muchos cristianos no entienden siempre el Evangelio en su aspecto moral, en la misma manera que los católicos, ni admiten las mismas soluciones a los problemas más complicados de la sociedad moderna, pero no obstante quieren seguir, lo mismo que nosotros, la palabra de Cristo, como fuente de virtud cristiana (UR 23).
3.3.3 Discrepancias esenciales con la Iglesia Católica Romana
«DECLARACIÓN CONJUNTA SOBRE LA DOCTRINA DE LA JUSTIFICACIÓN IGLESIA CATÓLICA ROMANA - IGLESIAS DE LA TRADICIÓN LUTERANA» (31.X.1999)
Nos vamos a referir a esta Declaración pues en ella se puede ver los consensos, los disensos, los temas que todavía falta por tratar, y el camino que se está siguiendo.
Preámbulo
1. La doctrina de la justificación tuvo una importancia capital para la reforma luterana del siglo XVI.
I. El mensaje bíblico de la justificación
II. La doctrina de la justificación en cuanto problema ecuménico
13. En el siglo XVI, las divergencias en cuanto a la interpretación y aplicación del mensaje bíblico de la justificación no solo fueron la causa principal de la división de la iglesia occidental, también dieron lugar a las condenas doctrinales. Por lo tanto, una interpretación común de la justificación es indispensable para acabar con esa división. Mediante el enfoque apropiado de estudios bíblicos recientes y recurriendo a métodos modernos de investigación sobre la historia de la teología y los dogmas, el diálogo ecuménico entablado después del Concilio Vaticano II ha permitido llegar a una convergencia notable respecto a la justificación, cuyo fruto es la presente declaración conjunta que recoge el consenso sobre los planteamientos básicos de la doctrina de la justificación. A la luz de dicho consenso, las respectivas condenas doctrinales del siglo XVI ya no se aplican a los interlocutores de nuestros días.
III. La interpretación común de la justificación
14. Las iglesias luterana y católica romana han escuchado juntas la buena nueva proclamada en las Sagradas Escrituras. Esta escucha común, junto con las conversaciones teológicas mantenidas en estos últimos años, forjaron una interpretación de la justificación que ambas comparten. Dicha interpretación engloba un consenso sobre los planteamientos básicos que, aun cuando difieran, las explicaciones de las respectivas declaraciones no contradicen.
15. En la fe, juntos tenemos la convicción de que la justificación es obra del Dios trino. Juntos confesamos: «Solo por gracia mediante la fe en Cristo y su obra salvífica y no por algún mérito nuestro, somos aceptados por Dios y recibimos el Espíritu Santo que renueva nuestros corazones, capacitándonos y llamándonos a buenas obras» (11).
16. Todos los seres humanos somos llamados por Dios a la salvación en Cristo. Solo a través de El somos justificados cuando recibimos esta salvación en fe. La fe es en sí don de Dios mediante el Espíritu Santo que opera en palabra y sacramento en la comunidad de creyentes y que, a la vez, los conduce a la renovación de su vida que Dios habrá de consumar en la vida eterna.
IV. Explicación de la interpretación común de la justificación
IV.1. La impotencia y el pecado humanos respecto a la justificación
IV.2. La justificación en cuanto perdón del pecado y fuente de justicia
IV.3. Justificación por fe y por gracia
IV.4. El pecador justificado
IV.5. Ley y evangelio
IV.6. Certeza de salvación
IV.7. Las buenas obras del justificado
V. Significado y alcance del consenso logrado
40. La interpretación de la doctrina de la justificación expuesta en la presente declaración demuestra que entre luteranos y católicos hay consenso respecto a los postulados fundamentales de dicha doctrina. A la luz de este consenso, las diferencias restantes de lenguaje, elaboración teológica y énfasis, descritas en los párrafos 18 a 39, son aceptables. Por lo tanto, las diferencias de las explicaciones luterana y católica de la justificación están abiertas unas a otras y no desbaratan el consenso relativo a los postulados fundamentales.
41. De ahí que las condenas doctrinales del siglo XVI, por lo menos en lo que atañe a la doctrina de la justificación, se vean con nuevos ojos: Las condenas del Concilio de Trento no se aplican al magisterio de las iglesias luteranas expuesto en la presente declaración y, las condenas de las Confesiones Luteranas, no se aplican al magisterio de la Iglesia Católica Romana, expuesto en la presente declaración.
42. Ello no quita seriedad alguna a las condenas relativas a la doctrina de la justificación. Algunas distaban de ser simples futilidades y siguen siendo para nosotros «advertencias saludables» a las cuales debemos atender en nuestro magisterio y práctica (21).
43. Nuestro consenso respecto a los postulados fundamentales de la doctrina de la justificación debe llegar a influir en la vida y el magisterio de nuestras iglesias. Allí se comprobará. Al respecto, subsisten cuestiones de mayor o menor importancia que requieren ulterior aclaración, entre ellas, temas tales como: La relación entre la Palabra de Dios y la doctrina de la iglesia, eclesiología, autoridad en la iglesia, ministerio, los sacramentos y la relación entre justificación y ética social. Estamos convencidos de que el consenso que hemos alcanzado sienta sólidas bases para esta aclaración. Las iglesias luteranas y la Iglesia Católica Romana seguirán bregando juntas por profundizar esta interpretación común de la justificación y hacerla fructificar en la vida y el magisterio de las iglesias.
44. Damos gracias al Señor por este paso decisivo en el camino de superar la división de la iglesia. Pedimos al Espíritu Santo que nos siga conduciendo hacia esa unidad visible que es voluntad de Cristo.
3.3.4 La Confesión Anglicana:
Caso especial por su conciencia de formar tres ramas: romana, ortodoxa y anglicana; las tres la única iglesia de Cristo. Sin embargo ha habido en la historia diversos movimientos y divisiones entre la Alta Iglesia y la Baja Iglesia. La primera se ha parecido mucho a la católica. Surge el Movimiento de Oxford y las conversiones a la Iglesia Católica.
León XII: Apostolicae curae: No validez ordenaciones:
Con este íntimo defecto de forma está unida la falta de intención, que se requiere igualmente de necesidad para que haya sacramento... Así, pues, asintiendo de todo punto a todos los decretos de los Pontífices predecesores nuestros sobre esta misma materia, confirmándolos plenísimamente y como renovándolos por nuestra autoridad, por propia iniciativa y a ciencia cierta, pronunciamos y declaramos que las ordenaciones hechas en rito anglicano han sido y son absolutamente inválidas y totalmente nulas...
la ordenacion sub conditione de pastores anglicanosDificultades recientes: la admisión a la comunión eucarística de divorciados vueltos a casar o a la legitimidad moral de los métodos anticonceptivos, y sobre todo la ordenación de mujeres.
3.3.5 La posterior disidencia de los Viejo–Católicos
La única resistencia seria a la formulación dogmática de la infalibilidad pontificia se suscita en torno a Döllinger y a un grupo de profesores universitarios: resistencia que generará el cisma de los viejo-católicos. Frente a la "nueva iglesia" del Concilio: afirmación de fe del Papa Pío V; el Primado "tal como era concebido por los Padres"; y una mayor intervención de los laicos en la vida de la Iglesia. Posteriormente se fue radicalizando el cisma (contra la voluntad de D) y quedaron constituidos en iglesias territoriales con constitución electiva, se negó la confesión y el ayuno, el dogma de la Inmaculada, y se renunció al celibato de los sacerdotes. Hoy, los viejo-católicos constituyen una pequeña comunidad que mantiene algunos lazos con la iglesia anglicana y una relación más estrecha con el jansenismo holandés.